Una diferencia que me gusta indicar siempre que hablo de música tradicional es si es folklore o es folk. Y es que no es lo mismo. Voy a explicarlo, solo por la curiosidad. Pero vaya por delante que una cosa no es mejor que otra, solo son cosas ligeramente distintas y conviene tenerlo en la cabeza. Igual que el folk al que yo me suelo referir en este blog no es el folk al que se refieren las personas anglosajonas, que incluye bandas como Fleet Foxes.
Con folklore me refiero a interpretaciones de canciones todo lo cercanas a la tradición que sea posible. Es decir, a las interpretaciones que podríamos escuchar de cualquier grupo de coros y danzas, rancho folklórico o banda gaitera de la Península Ibérica.
A mí me gusta pensar en estas interpretaciones como obras conservadas en ámbar, y en sus grupos como sus guardianes. Al final son canciones que quedaron congeladas en el tiempo cuando se recogieron y se documentaron, y los grupos actuales lo que hacen (hacemos) es reproducirlas de la manera más fiel posible, a veces haciendo alguna alteración artística menor (añadir una segunda voz, quizá añadiendo un bajo cuando se graba…).
Sin embargo con folk me refiero a lo que también podemos entender como folklore de reelaboración o música de reelaboración. Y aquí podríamos estar hablando de muchas canciones que se inspiran o que reproducen de manera más o menos fiel canciones tradicionales, pero que le dan una vuelta de tuerca para llevarla a otros estilos. Buenos ejemplos de intérpretes y bandas que hoy en día hacen folk y que son muy queridas y conocidas por todos son Acetre, Luar na Lubre, Milladoiro, Eliseo Parra, Manuel Luna, La Musgaña…
¿Qué ocurre con las canciones que puedan estar componiéndose estos años, como la Jota Estampa de la Vendimia (que también adaptó Acetre)? Desde mi punto de vista son folklore, porque al final siguen las líneas estilísticas de cualquier otra jota. Es más, puede llegar a pensarse que son de hace mucho tiempo, cuando no es así ni mucho menos. No es una diferencia de composición ni de producción: es una diferencia de estilo. Tampoco marca la diferencia que el autor sea conocido o que se haya perdido (nos sorprendería saber cuántas canciones consideradas populares o tradicionales tienen el autor muy bien conocido y documentado).
Esta diferencia se ilustra muy bien por ejemplo con el disco 9 Noches, 9 Candiles, en el que hay nueve interpretaciones distintas del Candil. Yo diría que es folklore (y con una producción muy cuidada) la versión de Manantial Folk, mientras que muchas de las demás son folk (como la de Acetre) o incluso música fusión (como la de los Niños de los Ojos Rojos). También se ve muy bien con el Canto de Segadores por el Nuevo Mester de Juglaría y “Ya se está poniendo el sol” por los Hermanos Cubero.
Hay muchos grises: muchas veces la diferencia no es tan clara. En estos grises puedo meter, por ejemplo, gran parte de la canción protesta de los 70-80, como lo que hizo Jarcha. Y muchas veces los grupos hacen canciones más cercanas a lo que yo considero folk y otras más cercanas a lo que yo considero folklore (¡y es maravilloso!).
Os pongo el panorama portugués como ejemplo más actual: allí se sigue componiendo e interpretando fado con notas muy tradicionales y con tintes de reelaboración, en la misma época. Como ejemplo: Valentim, por Ana Moura con Bonga y por Amália Rodrigues.
Otro ejemplo portugués: el cante alentejano sigue intérpretándose al modo tradicional o también se lleva a otros ambientes (y curiosamente en los dos ejemplos que os pongo de esta moda está António Zambujo). Fui Colher Uma Romã, António Zambujo con el Rancho de Cantadores de Aldeia Nova de São Bento, y con Miguel Araújo. Otro ejemplo reciente: Erva Cidreira, por Acetre.
De todos modos y por cerrar el tema, esto es mi opinión estrictamente personal y tengo claro que tanto folklore como folk tienen mucha cabida hoy, y coexisten con igual cariño por parte de los aficionados. Y que digamos que una canción es folklore o es folk, a la hora de la verdad, es una etiqueta más, y ni añade ni quita mérito a lo que es al final: testimonio vivo de una cultura y de un pueblo.