António Zambujo es el verdadero maestro del gorgorito imposible, del cantar suavecito y poner los pelos de punta. Y esta noche nos ha hecho disfrutar a muchos en el Festival de Fado de Madrid, en el Teatro Nuevo Apolo.
Siéndoos del todo sincero, debo decir que no puedo ser objetivo con este concierto. Me declaro fan absoluto de António Zambujo y no puedo sino decir maravillas de este concierto que, además, tuve la oportunidad de ver en primera fila. Si hubiera estado más cerca hubiera tenido que tener un micrófono.
Como es natural y esperable, hubo un repaso bastante exhaustivo de su último trabajo, Do Avesso (que, dicho sea de paso y por desgracia, no se encuentra disponible en Spotify). Canciones como Catavento da Sé o Multimilionário sonaron de maravilla, a la vez que no dejó pasar la oportunidad de interpretar canciones de las de toda la vida como Fatalidade o Zorro. Le dieron incluso una vuelta de tuerca a Pica do 7 y a Flagrante, que sonaron distintas pero a la vez realmente familiares.
También hubo huecos para los invitados, como un enorme descubrimiento: David Aguilar, que interpretó Terca a dúo con António. Incluso como segundo bis apareció Jorge Drexler, compositor de Madera de Deriva (el último single de António Zambujo, que interpreta junto a Mon Laferte y que por supuesto también han tocado esta noche). Estrenaron una ranchera compuesta pocas horas antes, o eso contaron al menos.
Debo decir que salí del concierto con un sabor de boca inmejorable y con toda la alegría y el amor del mundo. António ha sido a ratos zalamero, a ratos sensual, a ratos tímido y a ratos emocional y emocionante. Sabe llenar el escenario cantando suave, él solo y con una guitarra, y acompañado de la banda que traía consigo la verdad es que era para flipar. Sabe contenerse cuando hay que contenerse, sabe mantener una nota cuando hay que mantenerla, y sabe darlo todo emocional y musicalmente cuando hay que hacerlo. António Zambujo sabe.
Sin duda era un concierto de los que no había que perderse.