El Tajo es el río más largo de la Península Ibérica, y a través del cual Aljibe viaja, y nos hace viajar, en su último disco. De nombre Agua y, con doce canciones y dos poemas, nos da un paseo desde la sierra de Albarracín donde hace, hasta su desembocadura en Lisboa. De una manera bastante literal, dicho sea de paso.
Aunque a decir verdad, este trabajo no es únicamente musical: también incluye una parte literaria con una serie de textos firmados por colaboradores de excepción (Almudena Cencerrado, Olga Lucas, Joaquín Araujo, Jose Ángel García-Redondo, José Luis Sampedro). Nosotros vamos a meternos en harina con la parte musical, que es la que ha llegado de momento a nuestras manos. La parte literaria sin duda promete y me encantará leerla cuando tenga oportunidad.
Doce canciones con doce melodías recogidas en cada una de las etapas de la cuenca del Tajo. En tanto que el Tajo es un río realmente largo y que la Península Ibérica es realmente diversa en música, podemos percibir claramente cada una de las regiones que, musicalmente, estamos atravesando. Partimos con tres temas recobidos en Cuenca: una mazurca que se interpretaba en las fiestas de septiembre de Albarracín, una interpretación del Romance de la Peregrina que incorpora letras recogidas en Ávila y una canción de siega recogida en La Frontera.
Pasamos brevemente por la provincia de Guadalajara con una jota que combina letras de muchos pueblos como Brihuega o Trijueque. Justo después pasamos a entrar en Madrid, donde pasaremos dos canciones: una recogida en el pueblo de Valdelaguna, en el sureste de la región (cerca de Chinchón), y otra recogida en el mismo Aranjuez. Estas canciones dejan clara una realidad, y es que Madrid es mucho más diversa y menos urbana de lo que podríamos pensar o de lo que suele proyectarse al exterior, lo que favorece el mantenimiento de su cultura tradicional.
Pasamos a Toledo y a sus tres culturas, con una canción de corte sefardí, y otra canción interpretada, directamente, en árabe. En el caso de la canción sefardí se pone de manifiesto también su peregrinaje cuando fueron expulsados de la Península, dado que la misma canción fue recogida en Toledo y en la Isla de Rodas, en Grecia.
Haremos otra parada en la provincia de Toledo, a la altura de Lagartera, con una canción llamada Llámale majo al toro. Justo después entraremos brevemente a Extremadura con una versión realmente interesante de Quita y Pon. Yo soy extremeño, como sabréis, y me gusta especialmente que esta versión se aleje de la interpretación que solemos hacer en los grupos de música tradicional de la región, más espertanas y basadas en la flauta y el tamboril (o solo en el tamboril).
Pasamos la frontera para entrar en Portugal, donde hacemos dos paradas: una con una canción infantil, Qué linda falúa, y con una versión del fado que más me está obsesionando últimamente, Barco Negro. Y el disco desemboca en un poema de Garcilaso de la Vega como desembocaría en Lisboa.
Estamos ante un trabajo muy bien ejecutado, y con un componente conceptual bastante fuerte detrás y que queda bastante claro en cada una de sus canciones, y con mucha garra. No es un disco del que recomiende escuchar canciones sueltas: es un disco con el que sentarse un domingo para escucharlo tranquilamente y, si puede ser, de un tirón y leyendo mientras el libreto. Os recomiendo encarecidamente que lo adquiráis físico.
Si no hay más remedio, también lo tenéis en Spotify.